¿Para qué necesitamos ir a la escuela? ¿Cuál es el verdadero propósito de ir a una escuela? ¿Es quizá recibir educación? ¿Preparar a los ciudadanos del futuro? ¿Es realmente necesario entregar de 12 a 20 años de nuestra vida con la esperanza de un mejor empleo y por lo tanto una vida mejor? Bueno, por lo menos eso es lo que nos han hecho creer.
En esta ocasión quiero invitarlos a que vean un poco más de cerca lo que hay detrás de la educación moderna. Yo no puedo explicarlo mejor que John Taylor Gatto, por eso es que me he dado a la tarea de intentar resumir y traducir el trabajo de investigación que él ha realizado y que nos comparte en su libro Weapons of Mass Intruction. Traducir todo el libro sería una tarea titánica, por lo que he puesto mi enfoque en el prólogo que nos da suficiente información para pensar y reflexionar. Abre tu mente esto puede parece ciencia ficción:
Prólogo: Contra la Escuela
Enseñé por treinta años en unas de las peores escuelas de Manhattan, y en algunas de las mejores, y durante ese tiempo me volví un experto en el aburrimiento. El aburrimiento estaba en todas partes en mi mundo, si le preguntabas a los niños, tan seguido como yo lo hice, porqué estaban tan aburridos, siempre me daban las mismas respuestas: Ellos decían que el trabajo era estúpido, que no tenía sentido, o que ya lo sabían. Ellos decían que querían hacer algo real, no solo estar sentados. Ellos decían que los maestros parecían no saber mucho de sus materias y claramente no estaban interesados en aprender más. Y los niños estaban en lo correcto: sus maestros estaban tan aburridos como ellos.
Cuando me retiré en 1991, tenía más que suficientes razones para pensar en nuestras escuelas –con su confinamiento forzado a largo plazo en bloques estilo celdas, tanto para estudiantes como para maestros– como fábricas de infantilismo. Aunque honestamente no podía ver porqué tenía que ser así.
Mi propia experiencia me reveló lo que otros maestros deben aprender en el camino también, pero se quedan callados por temor a represalias: Si quisiéramos podríamos fácil y económicamente rechazar las estructuras viejas y estúpidas y ayudar a los niños a tener una educación en lugar de estar meramente recibiendo escolarización. Podríamos motivar las mejores cualidades de la juventud –curiosidad, aventura, resistencia, la capacidad de visión–simplemente al ser más flexibles acerca del tiempo, de los textos, de los exámenes, presentándoles a adultos realmente competentes, y dando a cada estudiante la autonomía que el o ella necesita para que tome un riesgo de vez en cuando.
Pero no hacemos eso, y cuanto más me pregunto porqué no, y persisto en pensar acerca del «problema» de escolarización así como un ingeniero lo pensaría, más me alejo del punto: ¿Qué si no existe un «problema» con nuestras escuelas? ¿Qué si estas son lo que son, costosamente enfrentando al sentido común y a la larga experiencia de saber como los niños aprenden cosas, no porque estén haciendo algo equivocado, sino porque están haciendo algo correcto? Es posible que George W. Bush accidentalmente habló la verdad cuando dijo «que ningún niño se quede atrás»? (No child left behind) ¿Podría ser que nuestras escuelas están diseñadas para asegurarse que ninguno de ellos realmente crezca?
…
¿Realmente necesitamos escuela? No me refiero a la educación, solo a la escolarización forzada: seis clases al día, cinco días a la semana, nueve meses al año, por doce años. ¿Es esta rutina mortal realmente necesaria? Y si es así, ¿Para qué? No pongan la lectura, la escritura y la aritmética como razón fundamental, porque dos millones de homeschoolers se han desecho de esa justificación banal. Aún si no lo hubieran hecho, un número considerable de Americanos bien conocidos nunca pasaron por el colador de doce años por el que pasan nuestros niños actuales, y crecieron muy bien. ¿George Washington, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln? Alguien seguramente les enseñó, pero no fueron producto de un sistema escolar.
Nos han enseñado (es decir, escolarizado) en este país a pensar en éxito como sinónimo de, o al menos dependiente de, «escolarización», pero históricamente eso no es verdad ni en el sentido intelectual ni en el financiero. Y muchísima gente alrededor del mundo hoy encuentran maneras de educarse a sí mismos sin acudir a un sistema de escuelas obligatorias que muy seguido se parecen a las prisiones. ¿Por qué, entonces, los Americanos confunden la educación con este tipo de sistema? ¿Cuál es el propósito exacto de nuestras escuelas públicas?
La escolarización masiva de naturaleza obligatoria tomó su fuerza entre 1905 y 1915 en los Estados Unidos, aunque fue concebida mucho antes y apoyada durante la mayor parte del siglo XIX. Las razones dadas para esta enorme convulsión de la vida familiar y las tradiciones culturales fueron, más o menos, estas tres:
- Para hacer buenas personas.
- Para hacer buenos ciudadanos.
- Para hacer de cada persona, su mejor persona.
Estos objetivos todavía se sacan a relucir regularmente, y la mayoría de nosotros los acepta de una forma u otra como una definición decente de la misión de la educación pública, sin embargo, las escuelas fallan en lograrlas. Pero estamos mortalmente equivocados. Para señalar nuestro error está el hecho de que la literatura nacional tiene numerosas declaraciones sorprendentemente consistentes del propósito verdadero de la escolarización obligatoria. Tenemos por ejemplo a H.L. Mencken, quien escribió en The American Mercury por allá de abril de 1924 que el objetivo de la educación pública no es
… llenar a los jóvenes de las especies con conocimiento y despertar su inteligencia… Nada podría estar más alejado de la realidad. El objetivo… es simplemente reducir a tantos individuos como se pueda al mismo nivel seguro, de gestar y entrenar una ciudadanía estandarizada, para aplastar disentimiento y originalidad. Ese es el objetivo en los Estados Unidos… y ese es el objetivo en cualquier otra parte.
Este artículo traza el templete de nuestro sistema educativo hacia la ahora desaparecida, aunque nunca olvidada, Prusia en su estado militar. Nuestro sistema educativo se origina en Prusia, y eso es causa de preocupación.
Lo que me asombra es que hayamos adoptado tan animosamente uno de los peores aspectos de la cultura de Prusia: un sistema educativo deliberadamente diseñado para producir intelectos mediocres, para frustrar la vida interior, para negar a los estudiantes habilidades de liderazgo, y para asegurar ciudadanos dóciles e incompletos –todo para hacer la población «manejable».
El libro de Alexander Inglis Principles of Secondary Education, de 1928, señala perfecta y claramente que la escolarización obligatoria en este continente intenta ser lo que fue para Prusia en 1820: una quinta columna hacia el movimiento democrático burgués que amenazaba con dar a los campesinos y asalariados una voz en la mesa de negociación. La escolarización moderna, industrializada y obligatoria era para realizar algo así como una intervención quirúrgica en la unidad prospectiva de estas clases bajas. Dividan a los niños por materias, por edades, por clasificación constante de exámenes, y por otros medios sutiles, y es improbable que la masa ignorante de los humanos, separados desde la niñez, puedan reintegrarse en un todo peligroso.
Inglis separa el propósito –el propósito real– de la escolarización moderna en seis funciones básicas:
- La función de adaptación. Las escuelas deben establecer hábitos fijos de reacción a la autoridad. Esto, por supuesto, se opone al juicio crítico completamente. También destruye la idea de que algún material útil e interesante pueda ser enseñado, porque no puedes poner a prueba la obediencia reflexiva hasta que sepas si puedes hacer que los niños aprendan, y hagan, cosas aburridas y tontas.
- La función de integración. Esta podría llamarse la función de «conformidad», porque su intención es hacer que los niños se parezcan lo más posible. La gente que se ajusta es predecible, y esto es de gran utilidad para aquellos que desean aprovechar y manipular una gran fuerza laboral.
- La función de diagnóstico y dirección. La escuela debe determinar el rol social adecuado para cada estudiante. Esto se hace archivando evidencia de manera matemática y anecdótica.
- La función de diferenciación. Una vez que su rol social ha sido «diagnosticado», los niños deben clasificarse y entrenarse solo hasta donde su destino en la máquina social lo amerita –ni un paso más allá. Hasta ahí llegó eso de hacer de cada niño su mejor persona.
- La función de selección. Esto se refiere no a la opción humana sino a la Teoría de Darwin de la selección natural aplicada a lo que llamó las «razas favorecidas». Las escuelas deben «etiquetar» a los que no encajan –con grados bajos, áreas de recuperación, y otros castigos– de una manera tan clara que los demás los acepten como inferiores y los limiten efectivamente a los sorteos reproductivos.
- La función propedéutica. El sistema social implicado en estas reglas requiere de un grupo elite de cuidadores. Con ese fin, una fracción pequeña de niños será enseñada silenciosamente como manejar este proyecto continuo, como vigilar y controlar a la población deliberadamente embrutecida para que el gobierno pueda proceder sin protestas y las corporaciones quizá nunca quieran una mano de obra obediente.
Estos, desafortunadamente, son los propósitos de la educación pública obligatoria en este país. Y para los que consideran a Inglis como un solitario muy cínico hacia la empresa educativa, deben saber que no era el único en la lucha de estas ideas. James Bryant Conant, construyendo sobre las ideas de Horace Mann y otros, lucho sin descanso por un sistema escolar americano diseñado con estos lineamientos. George Peabody, quien fundó la causa de la escolarización obligatoria por lo largo del Sur, seguramente entendía que el sistema Pruso era útil en crear no solo electorado inofensivo y una fuerza laboral servil sino también una manada virtual de consumidores inconscientes.
…
Ahí lo tienes. Ahora lo sabes. No necesitamos el concepto de Karl Marx de una gran guerra entre las clases para ver que es el interés de la administración económica o política embrutecer a la gente, desmoralizarlos, dividirlos uno de otro, y de desecharlos si no se ajustan.
Había vastas fortunas que hacer, después de todo, en una economía basada en la producción masiva y organizada a favor de las grandes corporaciones en lugar de los negocios pequeños o las granjas familiares. Pero la producción masiva requiere consumo masivo, y al final del siglo XX muchos Americanos consideraban antinatural e imprudente comprar cosas que no necesitaban realmente. La escolarización masiva en ese sentido fue enviada por los dioses. Las escuelas no necesitaban entrenar a los niños en ningún sentido directo a pensar en que deben consumir sin parar, porque hacía algo todavía mejor: los alentaba a no pensar del todo. Y eso pone las bases para otro gran invento de nuestra era –la mercadotecnia.
Ahora, no necesitas haber estudiado mercadotecnia para saber que existen dos grupos de gente a la que se puede convencer de consumir más de lo que necesitan: los adictos y los niños. La escuela ha hecho muy buen trabajo en convertir a los niños en adictos, pero ha hecho un trabajo espectacular en convertir a los niños en niños. Otra vez, esto no es accidente. Teóricos desde Platon a Rousseau hasta nuestro propio Dr. Inglis sabían que si los niños pueden ser recluidos con otros niños, liberados de responsabilidad e independencia, y alentados solo a desarrollar las emociones triviales de avaricia, envidia, celos y miedo ellos iban a crecer pero nunca madurarían.
En la edición de 1934 de su alguna vez bien conocido libro Public Education in the United States, Elwood P. Cubberley, detallaba y alababa la manera en la que la estrategia de la ampliación sucesiva de la escuela había extendido ya la infancia de dos a seis años, y la escolarización forzada era hasta ese punto algo nuevo todavía.
Cobberley había escrito en su libro Public Education Adminisration (1922), que «nuestras escuelas son… fábricas en las cuales el producto crudo (los niños) son moldeados y formados… y que es el negocio de la escuela construir sus pupilos de acuerdo con las especificaciones requeridas».
Es perfectamente obvio en nuestra sociedad hoy cuales eran esas especificaciones. La madurez ha sido desaparecida de casi cada aspecto de nuestras vidas. Las leyes para divorciarse fácilmente han removido la necesidad de trabajar en las relaciones; el crédito fácil ha removido la necesidad de autocontrol fiscal; el entretenimiento fácil ha removido la necesidad de aprender a entretenernos a nosotros mismos; las respuestas fáciles han removido la necesidad de realizar preguntas. Nos hemos convertido en una nación de niños, felices de rendir nuestros juicios y voluntades a exhortaciones políticas y adulaciones comerciales que insultarían a los verdaderos adultos.
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Ahora las buenas noticias. Una vez que has entendido la lógica detrás de la escolarización moderna, sus trucos y trampas son fáciles de evitar. La escuela entrena a los niños para ser empleados y consumidores; enseña a los tuyos a ser líderes y aventureros. La escuela entrena a los niños a obedecer reflexivamente; enseña a los tuyos a pensar crítica e independientemente.
Los niños bien escolarizados tiene poco margen para el aburrimiento; enseña a los tuyos a desarrollar su vida interna para que nunca se aburran. Urgeles en tomar materiales serios, material para los adultos, en Historia, filosofía, música, arte, economía, teología –todo lo que los maestros de escuela saber evitar muy bien. Reta a tus hijos con mucha soledad para que aprendan a disfrutar su propia compañía, a tener diálogos internos.
Las personas bien escolarizadas están condicionadas a temer estar solos; buscan la constante compañía a través de la TV, la computadora, el teléfono celular y a través de amistades superficiales que se adquieren fácilmente, y se abandonan fácilmente. Tus niños deben y pueden tener una vida más importante.
Primero, despierta a lo que las escuelas son realmente: laboratorios de experimentación en mentes jóvenes, centros de entrenamiento para los hábitos y actitudes que la sociedad corporativa demanda. La educación obligatoria sirve a los niños solo incidentalmente; su propósito real es convertirlos en sirvientes. No permitas que a los tuyos se les extienda su infancia, ni por un día. Si David Farragut, como preadolescente, pudo tomar comando de un barco de guerra británico capturado, si Benjamin Franklin pudo ponerse de aprendiz en una imprenta a la misma edad (y luego se dedicó a un curso de estudio que sorprendería ahora a un estudiante de alto nivel en Yale), no se puede predecir lo que tus propios hijos podrían hacer. Después de una larga vida, y treinta años en las trincheras de la escuela pública, he concluido que la genialidad es tan común como la tierra. Suprimimos la genialidad porque no hemos encontrado la forma de administrar a hombres y mujeres educados. La solución, pienso, es simple y gloriosa. Dejen que lo hagan ellos mismos.
………
Aquí termina el prólogo, ha muchos se les dificulta aceptar las intenciones verdaderas detrás de la escolarización obligatoria, creen que es de locos que ven conspiraciones por todas partes, que sí es necesario ir a la escuela para aprender, que sí es necesario ir a la escuela para obtener una educación decente, y tener alguna esperanza de obtener un mejor empleo.
Si respondemos las preguntas al inicio ¿Para qué necesitamos ir a la escuela? ¿Para recibir educación? ¿Para prepararnos para el futuro? podemos responder que no es así. Nos hacen ir a la escuela con la esperanza de que eso nos ayude a obtener un mejor empleo, eso es todo, un mejor empleo. Porque eso simboliza mayor salario, mejores casas y cosas materiales, y eso nos lleva a tener mejor «posición social» y eso lo hemos aprendido a asociar con éxito.
Sí… al final de todos esos 17-20 años de escuelas nuestra meta es recibir un papel, papel que quizá mostraremos a un futuro empleador con la esperanza de que nos elija para el «trabajo», quizá ya es hora de que nos replantemos en hacer algo diferente, podríamos utilizar esos 20 años para intentar hacer algo mejor con nuestras vidas, podríamos empezar por descubrir en nuestro interior quienes somos en realidad y para que venimos a este mundo.
Demos a nuestros niños la oportunidad de ser diferentes, tener diferentes objetivos y metas, sus propias aspiraciones, no solo el obtener un papel para obtener un empleo. Creo que podemos hacerlo mejor.
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Otros extractos del libro:
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🙂
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centro infantil torrejon de ardoz says
Os adrezco el compartir con todos nosotros toda esta practica información. Con estos granitos de arena hacemos màs grande la montaña Internet. Enhorabuena por este post.
Saludos
Alejandra says
Muchas Gracias!!!! 🙂
Aidee says
Hola Alex. Gracias por todos los videos que subes a la web he visto muchos. Ayy Alex estoy en la transicion de llevar con mi hijo un proceso de aprendizaje en casa y que no vuelva mas al colegio, como tu expones en estis articulos , estamos tan bien escolarizados que da miedo empezar a hacer un trabajo en casa con los hijos. Me gustaria poder hablar contigo mas directamente. Un abrazo.Aidee
Alejandra says
Hola Aidee, me puedes escribir por correo a [email protected] o al inbox de la página de facebook:
https://www.facebook.com/viviresaprender.unschooling/
Saludos!
CandyVerTellez says
Hola, desde que cumpli los 18 comence a filosofar acerca del verdadero proposito de la escuela y la vida.
Un dia vi a mis sobrinos jugar a vender un producto (su producto era lodo en un envase) y vi como se destruia sus sonrisas al momento en que mi hermana los llamaba para hacer los deberes de la escuela. A todos como niños e incluso a mi me sigue pasando, todavia a mis 19 años de edad que, queremos imponer nuestro propio estilo, nuestra propia marca y nos dicen “no” siempre es un “no”.
Estoy en la carrera de Negocios Internacionales y desde hace dos meses, he pensado en ya darme de baja ¡por que? Porque no me llena, tanto esfuerzo para un papel, imagino todo lo que puedo estar haciendo y no he hecho por la escuela. Da miedo dar ese salto, porque exactamente nos han enseñado que el exito viene de los profesionales, de los de universidad, de la escuela.
Pero, concuerdo con que no es asi, concuerdo en que la enseñanza se adquiere del ambiente, de las experiencias y de los libros. Muchas veces nos queman con la idea de obtener un empleo “bien” pero, hay demasiada gente que su exito vino de su sabiduria y no precisamente obtenida de la escuela.
A veces senimos que necesitamos estudiar para ser alguien en la vida y no ser un fracaso total.
Hoy mas que nunca, quisiera escuchar algun consejo que me pudiese dar, estoy apunto de dar el salto y dejarme caer para levantarme, pero aun me da miedo :c
Alejandra Kim Santi says
Hola, Gracias por la confianza de comentar tu sentir. Hace algunos años escribí algo sobre esto aquí en el blog. No se si ya lo leíste, te dejo el enlace al final.
Dejar la escuela, la universidad sobre todo, no es algo descabellado. Muchos lo han hecho por diferentes razones, no serías la primera, ni la última; Creo que la universidad, debería ser considerada (entre otras opciones) solo un medio, una herramienta más para poder realizarte en la vida. Pero muchos van a la universidad por que es “lo que toca”, es el camino marcado, y se presiona a los muchachos a que elijan una carrera. Realmente a los 18 años muchísimos no tienen claro que quieren hacer con su vida y ese es el punto al que voy. Se deberían seguir los intereses, hacer las cosas que te gustan, haber experimentado con diferentes campos que te darán una mejor guía del rumbo a seguir, entonces reflexionar si para lo que quiero hacer, si para lo que quiero trabajar y realizarme necesito ir a una universidad o no.
He conocido, y seguro tú has sabido, de personas que terminaron sus carreras y luego trabajan en cosas que nada que ver… ya sea porque no encontraron trabajo en su campo, porque se dieron cuenta que realmente no les gustaba o porque ahora si se pudieron dedicar a lo que si les gustaba.
Entiendo que puede ser angustiante dejar ir lo que se nos ha mostrado como el único camino, pero como tú dices hay mucha gente que su éxito no viene de un papel, el papel no significa nada sin la actitud. Ser autodidacta, seguir abriendo tu mente y aprendiendo a la larga te da mas ventajas.
En algún trabajo que tuve, uno de mis superiores (que era como un mentor, me apoyó mucho) alguna vez me dijo: “Todo lo que tienes lo puedes perder algún día, tu dinero, tu casa, tu familia, tus amigos, todo… pero lo que tienes aquí (señalando la cabeza) y lo que tienes aquí (señalando el corazón) eso no lo pierdes y nadie te lo puede quitar, y de eso puedes construir otra vez lo que quieras, enfócate en alimentar eso”.
Si ya te has imaginado proyectos que podrías estar haciendo, haz tu plan y hazlos realidad. Haz lo que te interesa y lo que te gusta. Enfócate en seguir aprendiendo activamente y llenando tu vida con experiencias que te llenen, poco a poco vas a encontrar tu pasión, tu vocación, que gustosamente pondrás al servicio de los demás. ¡Ánimo!
Sinceramente te deseo lo mejor, un abrazo.
https://viviresaprender.com/jovenes-construyan-su-propia-educacion/