Hoy quiero compartirles de un libro infantil que leímos y que nos cautivó: Wild Child.
Wild Child se traduce como “Niño Salvaje”. El poema es la historia de una niña, que vive sola en la naturaleza, la tierra es su hogar y tienen un vínculo especial. Otros niños vivieron ahí antes, pero los adultos los tomaron cautivos para quitarles lo “salvaje”. Los hacen quedarse quietos, llevar zapatos y ya no pueden jugar libremente. Pero ella, ella se esconde porque quiere seguir libre y feliz.
Aquí te lo dejo en video para que lo veas.
Sencillo, pero para mi con algunos mensajes importantes.
LAS PERSONAS NECESITAN A LA NATURALEZA.
El primero y más obvio es la relación que tenemos con la naturaleza. Para los que vivimos en ciudades esto puede ser difícil ya que cada vez hay menos espacios abiertos y verdes. Los gobiernos parecen empeñados en desaparecerlos, en lugar de crear más están quitando lo poco que hay. En esta ciudad se levantan centros comerciales en su lugar. Realmente triste.
Entonces para convivir con la naturaleza hay que tomarse un poco más de tiempo en llegar a un lugar que se pueda disfrutar. Pero, es lamentable ver como a mucha gente no le importa y no cuida los espacios. Dejan basura o dañan los sitios.
Y por eso es importante el mensaje, la tierra es nuestro hogar, tenemos una conexión con ella, mientras la sintamos separada, ajena y lejana en nuestro diario vivir, muy poca gente se va a interesar en cuidarla. ¿Qué le estamos haciendo a nuestro hogar? ¿Qué le vamos a dejar a nuestros hijos?
Es importante tomar conciencia y enseñar a nuestros niños a cuidar su espacio, su hogar. Estos videos sencillos de Conservation International La Naturaleza Nos Habla tienen un gran mensaje: «La naturaleza no necesita a las personas, las personas necesitan a la naturaleza».
Si la observación de que la tierra es nuestro hogar no es suficiente, quizá lo sea el hecho de que el estar y convivir en la naturaleza tiene muchos beneficios para nuestra salud mental, física y emocional.
Nos hemos encerrado en casas y oficinas, pasamos la mayor parte del día dentro de espacios artificiales, a esta generación ya se le llama «la generación de interiores»:
The Indoor Generation (con subtitulos)
El libro Wild Child me hizo recordar un libro que ya había leído, porque declara a los niños explorando la naturaleza como una especie en “peligro de extinción”.
El libro Last Child in the Woods, de Richard Louv (Último niño en el bosque), comenta la importancia de que los niños se relacionen con la naturaleza, y los beneficios que la naturaleza tiene en nuestra salud y nuestra vida.
Advirtió lo que en ese momento llamó: Trastorno de déficit de naturaleza.
El Trastorno describe los costos humanos por su separación de la naturaleza, entre ellos: «la disminución en el uso de los sentidos, dificultades de atención y tasas más altas de enfermedades físicas y emocionales. El Trastorno puede ser detectado en individuos, familias y comunidades. Puede hasta cambiar el comportamiento humano en las ciudades, ya que muchos estudios muestran una relación entre la ausencia, o inaccesibilidad, a parques y espacios abiertos y las altas tasas de crimen, depresión y otras enfermedades urbanas».
La falta de tiempo, el miedo por el posible peligro y nuestra propia cultura urbana son las razones principales por las que cada vez se ven menos niños explorando y jugando en la naturaleza.
O bueno, no se veían…
Desde que el libro se publicó familias y organizaciones han creado programas y espacios para llevar a los niños a explorar, jugar y aprender de la naturaleza, y cada vez hay más…
No quiero ir muy profundo en este tema porque es algo que pueden investigar si gustan, pero les dejo estos videos muy ingeniosos, realizados en forma de parodia de los anuncios de medicinas en Estados Unidos (enciendan los subtitulos en español):
No dejemos que los niños en la naturaleza sean una especie más en “peligro de extinción”, permitamos que jueguen y convivan al aire libre para que le tomen cariño y vean la importancia de cuidar nuestro hogar.
«A menos que estemos dispuestos a alentar a nuestros niños a reconectarse con el mundo natural y a apreciarlo, no podemos esperar que ayuden a protegerlo y a cuidarlo».-David Suzuki
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LOS NIÑOS COMO PRISIONEROS
John Taylor Gatto describe a las escuelas como prisiones, con celdas e internos enumerados y uniformados que tienen que ir en fila a todas partes, donde están sometidos a la autoridad, y donde las actividades del día, los horarios, se anuncian con timbres (campanas), entre otras cosas. El libro menciona «atraparon a los niños salvajes y los pusieron en zoológicos», haciendo referencia a que ahora los niños están enjaulados, o confinados en espacios pequeños, ya no en libertad.
Una verdad muy cruda, me apachurra el corazón. Sobretodo después de tantos estudios e investigaciones que demuestran que los niños aprenden mejor jugando, explorando, descubriendo en libertad, como lo resume Peter Gray en su libro Libres para Aprender.
Peter Gray dice «A los niños no les gusta la escuela porque para ellos -me atrevo a decir- es una prisión. No les gusta la escuela porque, como todos los seres humanos, anhelan la libertad, y en la escuela no son libres».
¿Cómo fue que llegamos a la idea de que los niños, tan pequeños como de tres años (y de ahí toda su niñez y juventud), deben separarse de los padres e ir a una escuela, con extraños, a sentarse, a quedarse quietos y que les digan qué hacer con su tiempo y su creatividad?
Se debe leer acerca de la historia de la escolarización para entender esto, no es accidente, las escuelas se han diseñado así…
«Me pregunto por qué tantos padres todavía quieren mantener a sus hijos escondidos en las escuelas, cuando podrían estar aprendiendo en el mundo real, maravilloso, brillante, siempre cambiante y siempre estimulante».- Wendy Priesnitz
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DEJAR A LOS NIÑOS SER NIÑOS
Algo que podemos ver en la actualidad es que no se deja a los niños disfrutar de su niñez.
Desde muy pequeños ya están en competencia por su futuro académico, con la creencia de que más rápido es mejor, apresuramos su desarrollo; y con la suposición de que si no están haciendo “algo” están “perdiendo el tiempo”, pues los llenamos de actividades; escuela en la mañana desde los tres años, y por las tardes al ballet o al futbol, a clases extras de arte o música, programación, teatro, artes marciales, idiomas, etc. y además por supuesto las benditas tareas.
Con la idea de que si no le apunto en actividades extraescolares se va a quedar atrás, que hay que anotarlo desde pequeño en todo para darle ventaja sobre los demás, los niños están cansados o estresados o ansiosos, toda la familia lo está.
La carrera académica les quita el tiempo de juego libre necesario en la niñez, y nuestro empeño en hacer adultos pequeños, les roba su inocencia.
Niños vistiéndose y comportándose como adultos, realizando actividades de adultos, escuchando canciones para adultos, sexualizando su apariencia y su entorno…
Les enseñamos nuestra manera de vivir, una sola forma es la correcta, un solo camino a la felicidad o al éxito, los manipulamos, los controlamos. Tratamos de moldearlos a lo que nosotros pensamos que deben ser.
Los niños ya no son niños. No tienen tiempo. No tienen permiso.
Tienen que crecer y ser exitosos, y cuanto más rápido- mejor.
¿Qué le estamos haciendo a la niñez? Dejemos a los niños ser niños.
«Les quitaron toda su sabiduría e instinto…»
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No permitamos que los niños “salvajes” se extingan, hay que liberarlos de la cárcel de nuestro ego y nuestros miedos, permitamos a los niños jugar libremente, convivir con la naturaleza, tener su propia personalidad, ir a su propio ritmo.
Acompañemos su curiosidad, celebremos sus descubrimientos, escuchemos sus ideas, sus proyectos, sus historias, concedamos tiempo en paz, respetemos su esencia, ellos son nuestros maestros vienen a darnos lecciones de vida, aprendamos de su inocente sabiduría, conectémonos de corazón a corazón.
Puedes comprar el libro aquí: Wild Child
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🙂
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