Los que hemos tomado la decisión de no llevar a nuestros hijos a una escuela, tarde o temprano nos encontramos con gente que cuestiona y juzga nuestra decisión.
Algunos muy prudentes, no serán muy directos, harán comentarios sueltos, miradas o gestos en los que alcanzas a notar su «desaprobación».
Otros «preocupados» por el bien de tus hijos (… y más metiches) dirán sus críticas y comentarios sin pelos en la lengua.
Y hay otro grupo (muy reducido) de personas que alcanzan a entender un poco los motivos de esa decisión y que respeta tu derecho.
Quiero confesarles algo que recordé hace poco:
Yo era una de esas primeras personas…
Si, no lo recordaba, pero así fue.
Hace 10 años una de nuestras clientes nos comentó que ella no llevaba a su hijo a la escuela; decía que la escuela nada más lavaba el cerebro de los niños, que la escuela no es necesaria para aprender y que uno como padre podía hacer un trabajo mejor.
¿¿¿¿QUEEEEEÉ????
La familia vivía «fuera del sistema» en todo lo que podía. Llevaban una vida holística, en un tiempo en que no eran muy conocidas las opciones de una vida alternativa.
Recuerdo que su hijo, en ese entonces como de 10 años, llevaba el pelo largo, casi hasta la cintura, siempre en una trenza, y con una boina estilo reggae. Y era «diferente» en su forma de actuar que otros niños.
No recuerdo mucho de ellos, ya que los veíamos esporádicamente, pero lo que si recuerdo es MI PENSAR acerca de ellos, y digo mi pensar, porque nunca hice comentarios al respecto:
«¡Que raritos!»
«¿Por qué alguien querrá hacer algo así?»
Estuvieron viniendo por algún tiempo pero después los dejamos de ver. Ya no hemos sabido de ellos.
10 años después y aquí estoy, siguiendo su ejemplo…
Y no puedo más que sonreír incrédula de lo tonta y ciega que fui.
COSAS DE LA VIDA
Dicen por ahí que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, y mi mente en esos momentos no estaba lista para «ver».
Mi ignorancia en el tema me hizo juzgar, de cierta manera, la decisión de esta familia y a poner una barrera invisible de por medio, me creía mejor y más informada, y eso me cerró mi posibilidad de aprender de alguien con experiencia.
Tuve la oportunidad de conocer e informarme en aquel momento, pero NO ERA MI MOMENTO.
Y es eso lo que quiero resaltar hoy.
Siempre va a haber gente que cuestione nuestras decisiones, algunos reservadamente, otros no tanto, pero no es nuestro trabajo el tratar de convencer, o hacerles «ver la luz», las mejores ideas no entran en mente cerrada, simplemente no es su momento.
Cuestionan, juzgan y condenan porque NO SABEN, su mente no está lista. Para ellos estamos locos porque no seguimos el sistema y sus paradigmas. No es su momento.
LA VIDA ES UNA TÓMBOLA
Pasé de ser «juez», a ser «juzgada». Me he convertido en «ellos»… «los raros».
Quisiera encontrármelos un día, saber cómo les fue y ahora si poder escuchar y aprender de sus conocimientos y experiencias.
No cabe duda que la vida está llena de lecciones, el aprendizaje viene de muchas partes, pero uno tiene que estar preparado para asimilarlo.
🙂
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